El fotógrafo Michael Nichols unos años desconcertado sobre cómo hacer que las escenas cotidianas comunes parecían obras de arte. En 1993, Nichols primero puso la cámara en un leopardo. Durante meses de trabajo, recibió solo una buena toma, que podría publicarse. La fotografía digital y los años de experiencia ayudaron a Michael a mejorar sus habilidades.
Con el tiempo, en muchos sentidos debido a la increíble perseverancia, Nichols logró filmar la vida de tigres, elefantes, jabalíes y otros animales. Primero, Nichols describe a la "víctima", luego coloca la cámara en el lugar donde el animal es un visitante frecuente, por ejemplo, en un abrevadero (aquí los animales no necesitan ser atraídos especialmente). Y finalmente, cuidadosamente piensa sobre la composición, como si él estuviera presente personalmente en el tiroteo. Y luego los fotomodelos comienzan a funcionar. Nicholls tiene un maravilloso instinto: ayuda al fotógrafo a penetrar en el misterios del comportamiento misterioso de los animales salvajes y aprende sus hábitos
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